Capítulo 4.- Sueños y recuerdos.-

Capítulo 4.-
Sueños y recuerdos.-

Esa noche me costó mucho dormir, le daba vueltas a la cabeza y me decía que no podía dejar a Pedro a su suerte, tenía que buscar la manera de ayudarlo a superar su adicción y verlo de nuevo triunfador y sonriendo, con la cabeza me negaba a mi mismo esos pensamientos que me resultaban utópicos, días atrás había estado comentando su problema con una asistenta del servicio de drogodependientes de Cáritas y me comentó que muy pocas personas se recuperaban de ese problema, recordé sus palabras y me sentí deprimido. Urgué en mis recuerdos para traer a mi mente ese niño que conocí y por un momento conseguí ahuyentar de mi mente la tristeza y me quedé con sus sonrisas sonando dentro de mi alma mientras mis lágrimas desaparecen y el sueño se apoderaba de mi vigilia.

Sentí un fuerte coscorrón sobre mi cabeza dado por la hermana Sor Patricia, Pedro y yo exclamamos a la vez, ¡hay¡ mientras nos llevábamos la mano al chichón que ya empezaba a notarse y a doler. Las monjas tenían una especial habilidad para hacerte merecedor de una colección increíble de señales sobre la cabeza, que solo se notaban cuando por algún capricho de los piojos, se cebaban en los niños empeñandose en utilizar tu cabeza como centro de reunión y festín para su supervivencia, la única ventaja que teníamos entonces es la de no asistir a clase, el inconveniente era que te dejaban la cabeza como un espejo pulido cuando sin piedad te afeitaban hasta los pensamientos. Yo ya era en esa época muy presumido y hasta que no me salía el pelo, procuraba no cruzarme con las niñas del internado de la vergüenza que me daba, pues aún estando en edificios separados, el jardín era una zona de encuentro para esos acercamientos infantiles que tanto buscábamos

Precisamente, ese fue el motivo del coscorrón de la monja, en un descuido cuando estábamos solo Pedro y yo, nos llevamos a la preciosa Laura al jardín apartándonos de los demás y allí comenzamos a jugar a los médicos, estaba en plena faena con una ramita en la mano con la falda levantada de Laura para ponerle una inyección para que se pusiera buena y las dos manos de la monja se descargaron a la vez con fuerza sobre nuestras cabezas, Nunca pude comprender si las monjas se materializaba como por arte de magia junto a nosotros, pues jamás las oíamos llegar, o era que se transmutaban en cuervos y llegaban volando para sorprendernos con sus nudillos hechos de acero...

Me desperté con la mano sobre la cabeza en el sitio que me dolía por ese chichón que hacía años me había ganado en el internado, pensé en ese detalle con tanta realidad, que me sorprendió sentir hasta el dolor de un hecho que se había producido tantos años atrás. Despierto, seguí pensando en esos recuerdos que me hacía sentir tanta alegría y poco a poco volví a la realidad al recordar al Pedro actual tan diferente de aquellos tiempos en que todo era más fácil y nuestro cariño no estaba ensuciado por los desgraciados acontecimientos.

De nuevo evoque esa triste imagen de él sentado en el suelo preparando su droga y las lágrimas como por arte de magia hicieron su aparición para destrozarme el alma...tomé una pastilla suave para dormir porque sabía que me seria muy dificil volver a hacerlo en ese estado tan triste en el que quedé con el último recuerdo, quise volverme a dormir pronto y soñar con esos años en el internado y poder alimentar a los pajaritos que se caían de los nidos y que yo me llevaba en una caja de zapatos para ponerlo bajo mi cama y alimentarlos con migas de pan mojado que me ponía en los labios para que la tomaran...con eso en mi mente, poco a poco me quedé dormido...

El teléfono me hizo volver a una realidad más dura que la de los sueños, me llamaba la trabajadora social de Cáritas para decirme que a Pedro lo habían internado en la unidad de Psiquiatría del hospital por un intento de suicidio, se encontraba en coma, el corazón me dio un vuelco y sin duchar me vestí a toda prisa para irme al hospital...

Ángel Reyes Burgos

Historia 4.-Alberto y su Pasión por los culos.

Historia 4.-Alberto y su Pasión por los culos.
Alberto es un joven con pinta de actor, alto y de cuerpo bien formado y rostro que levantaría silbidos desde un Instituto a una residencia de ancianas de la tercera edad...de porte elegante y una cola de caballo que envidiaría las mismas jacas de Peralta. Aunque vive en Sevilla, yo lo ubico en los cayos de Florida rodeado por mujeres con panderos tipo brasileños, esos interminables y perfectamente redondo producto del culto al cuerpo...y que los hombres culto no miran para no evidenciar signos externos de excitación...

Pocas veces se le ve con la misma mujer dos veces, Alberto solo era repetidor de cursos, porque le gustaba pasar más el tiempo con las compañeras de la facultad estudiando sus anatomías y eso le hizo abandonar los estudios para dedicarse al noble arte de aquí te pillo, aquí te mato, no perdía el tiempo.
No le gustaban los compromisos y eso hizo que rompiera muchos corazones.

En una fiesta conoció a Carmen, una pintora propietaria de una galería de arte y con tres licenciaturas y aunque tenía quince años más que él, le fascinó su sonrisa y su porte de gran dama, pero Carmen no se lo iba a poner nada fácil, estaba casada y no se encandilaba fácilmente por el porte de ese joven traga señoritas. La dama se equivocó en sus primeras conclusiones...

Alberto puso toda la carne en el asador y aunque ella le dijera que estaba enamorada de su marido y que jamás lo traicionaría, la dote de persuasión del joven bajaron todas sus barreras ante la promesa de Alberto de que siempre estaría a su lado, porque se había enamorado locamente de ella.
Carmen empezó a encontrase en un dilema por esa pasión que estaba naciendo dentro de ella y que temía le abocara a dar un paso que podría destrozar su matrimonio.

En la primavera de 2012, el marido tenía un viaje de negocios que lo llevaría a pasar una semana en París  y Carmen se precipitó en los brazos de Alberto sin saber en el precipicio en que iba a caer toda su vida.
Estaban los dos en un balneario y él se pasaba el día mirando a los panderos ajenos hasta el momento en que él hablaba con una cubana en la barra del bar y ella observo como su mano acariciaba la retaguardia  de la joven...se sintió furiosa y a la vez herida pero permaneció en todo momento como si nada hubiera pasado.

Al día siguiente, Carmen le habló de una cabaña que tenía en la sierra de Granada que quería que conociera, partieron de viaje a primera hora y al mediodía se encontraban en una impresionante cabaña echa de troncos de madera y con todas las comodidades de una vivienda de lujo, Alberto se sintió impresionado cuando ella le dijo que era de su propiedad y pensó en cuanto dinero podía tener Carmen, se dijo así mismo que se dejaría de tontear con panderos ajenos para dedicarse exclusivamente a su amante.


Después de comer se tomaron una copa antes de subir a la habitación y al desnudarse ella le gastó una simple broma...le tocó la popa y le dijo...qué bien te vendría dos balones de baloncesto aquí...
Ella no se inmutó y le dijo, acuéstate que voy a por dos balentain con hielo...le dio uno a él y se tomó un sorbo del suyo. Las gotas que le puso enseguida hicieron efecto en Alberto que roncaba de forma ostensible, Carmen sacó de una caja de herramientas un cúter de hojas extensibles y tomando de la punta el pene de Alberto, lo seccionó por la base mientras sonriendo lo miraba y decía...yo no tengo popa, pero tú te has quedado sin proa...

Nota.- Alberto realmente existe porque es un joven que conozco y es así de atractivo, pero la historia es totalmente ficticia y la he escrito para el...

Ángel Reyes Burgos

Capitulo 4.-La matanza de los jabatos.


Capitulo 4.-La matanza de los jabatos

Mi cueva estaba a un kilómetro de la de los perros donde nos encontrábamos y no quería arriesgarme a quedarnos allí, con la amenaza que suponía ese hombre merodeando tan cerca, nos adentramos sigilosamente entre la maleza, atravesando un bosque tan negro como el corazón que bombeaba la sangre de mis venas, la zona carecía de senderos porque poca gente lo transitaba, pero yo conocía cada palmo del terreno y los animales que confiaban en mi, seguían mis pasos sin titubear…

Ya  estábamos cerca, cuando un gruñido de jabalí alertó y puso en tensión a los perros,
nos paramos, nuestros sentidos se pusieron al servicio de otros chillidos para interpretar su procedencia, una vez localizado, nos encaminamos muy pegado al terreno hasta localizar al jabalí que intentaba morder la parte extrema de su pata para liberarla de uno de los cepos que yo había colocado, los perros se acercaron con prudencia sabiendo lo peligrosos que son sobre todo cuando están heridos, ellos presentaban sus peores cicatrices producidas por enfrentamientos con esos fieros animales.

A su lado, había cinco jabatos de pocos meses producto de su ultima camada que intentaban mamar a pesar de la dramática situación de la madre, el momento no presentaba peligro y nos acercamos, la perra perdió toda su prudencia y la pagó con una enorme cuchillada de uno de sus grandes colmillos en uno de sus costados con un rápido giro de su cabeza, aúllo de dolor y quedó unos instantes inerte en el suelo, mi reacción fue inmediata y descargaba con furia sobre la cabeza del animal mi maza que al segundo golpe, dejo al descubierto sus sesos…y a mi me provocó una erección.
Los pequeños seguían cerca chillando y correteando alrededor pero sin querer separarse de la madre y uno por uno cayeron en nuestro poder…nos dirigimos a la cueva con la perra sangrando en abundancia…

Até el cuerpo de mi animal con tiras de piel de conejo, después de haberle puesto sobre la herida unas yerbas que masticaba y mojaba en la saliva de su propia boca, yo estaba de rodilla detrás de la perra y recordé la erección al matar al jabalí y mis manos la acariciaron sintiendo como una nueva erección se apoderaba de mi con un deseo que jamás había experimentado, me levante el taparrabos de piel que tenia puesto y mi enorme miembro desaparecía poco a poco en el interior del animal acompañado por toda una nota de aullidos de dolor, mientras el macho miraba y parecía estar ajeno a los acontecimientos o quizás me había otorgado el grado de jefe de esta maldita manada.

Yo me tumbe a descansar y vi como el macho se acercaba hasta la hembra que permanecía junto a mí y trató de montarla, lo había visto otras veces y se comportaba sumisa y complaciente, en esta ocasión le enseño los dientes, el macho no se amilano y seguía acercándose, al tenerlo a su alcance abrió su enorme mandíbula y la cerro sobre su garganta, se postro en el suelo y permaneció quieto evitando un fatal desenlace, la perra había demostrado su poderío y el vencido se retiro con su rabo entre las piernas.

 Estaba intentando dormir pero los chillidos de los jabatos me lo impedían, quería dejarlos vivos hasta la mañana y disfrutar de un buen desayuno, pero por el momento quería disfrutar de un placentero sueño y alzando la voz ordené, matarlos…
En treinta segundos se estableció un silencio absoluto en la cueva…

Ángel Reyes Burgos

Rosario, la dama de amarillo. boda con Don Bosco, Capitulo 4.

Rosario, la dama de amarillo. boda con Don Bosco, Capitulo 4.

Rosario era un manojo de nervios y de tremendo carácter, le encantaba ese gesto diario que le dedicaba al senador con el dedo corazón levantado, fue la tercera en llegar a la casa de Lucrecia y pronto encontró en una de las fiestas lo que buscaba después de rechazar a otros que la buscaban a ella…

Le sabia sacar partido a su delgado cuerpo bien bronceado y que destacaba con su traje amarillo, se bestia con elegancia y de forma muy sexy pronunciando bien sus atributos.
La cadencia en su forma de hablar, de moverse, sonreír y esa forma de mirar con sus preciosos ojos caramelo turbaba desde el principio a los hombres que rápidamente se rendían a sus encantos.

Conoció a un magnate de la industria farmacéutica, Bosco, de origen polaco, casado y con una hija, tenia cuarenta y un años, el más joven pretendiente que hasta ahora tuvo el grupo de amigas. Solo tardó cuatro meses en enterarse la mujer de Bosco del lío suyo con Rosario, por unas fotos que un supuesto paparazzi les había tomado a trabes de la ventana de un motel, el fotógrafo iba enviado por Lucrecia y le dejaron las fotos por debajo de la puerta de su casa.

Fátima la mujer de Bosco, siempre le dijo que si se enteraba de una infidelidad, lo dejaría al momento sin pedirle explicaciones, eso se lo contó a Rosario y fue su perdición. En cuanto recibió las fotos hizo su equipaje y se marchó a su casa de Francia.

Los trámites del divorcio solo duraron cinco meses y cuando tuvo la resolución, se casó con Rosario que lo tenía siempre con la testosterona saliéndole por las orejas.
Llevaban casados poco más de un año y Lucrecia le insistía en que tenía que acabar pronto con ese matrimonio, al casarse con ella le había regalado el treinta por ciento de su imperio farmacéutico y le urgía meterse en ese negocio por sus miras puesta en los narcóticos.

Un dispositivo electrónico con una pequeña carga colocado en el circuito de frenos  y controlado a distancia, .se lo colocó el agente del servicio secreto asignado a don Tomás el senador, por supuesto sin el conocimiento de él. Solo era uno de los personajes peligrosos a sueldo de Doña Lucrecia. El agente lo siguió a distancia cuando iba a esquiar y antes de una curva peligrosa, activó la pequeña carga con una sustancia que no dejaba rastro…Don Bosco no tuvo ninguna oportunidad y se estrelló en el fondo de un barranco. El coche quedó tan destrozado como Don Bosco y eso hizo que quedaran pocas pruebas para que determinaran los peritos la causa del siniestro.
Resultado final. Muerte por accidente sin causa determinada…

Rosario ya tenia puesta sus miras en un magnate del juego y los casinos que en mas de una ocasión en las fiestas dadas conoció y nunca le dijo que no, cuando se solucionara lo de Don Bosco, el seria su próximo objetivo…

Hay personas tan poderosas, tan corruptas y malvadas, que ni el diablo acepta hacer pactos con ellas. Garganta profunda como así le llamaban sus amigos y enemigos porque se lo tragaba todo… todo lo que oliera a chantajes, asesinatos y sobre todo, juegos de loterías, carreras y casinos, un autentico mafioso sin escrúpulos con docenas de cadáveres bajo la alfombra. . Tenía pinta de niño bueno y Rosario se quedó prendada de el, aunque conociendo las verdaderas intenciones de la dama, no cabe duda de que estaba prendada de su poder y su fortuna.

No sabía en el nido de ratas que se metía al entrar en esa familia, pero recordaba lo que una vez le dijo Lucrecia. No tengas miedo nunca Rosario por donde te metes, entra siempre como ratita y compórtate como mangosta…

Cuando conoció a Pascual, este estaba siempre rodeado de damas de compañía como el quería decirles a esa media docena de putas que le rodeaban y utilizaba para sus negocios. Curiosamente al conocer a Rosario, dejo a uno de sus lugartenientes al cargo de esa faceta de su negocio para dedicarse por completo a ella. Por primera vez en su vida, se sentía realmente enamorado y a ese tipo de hombres cuando se les enamora, le pasa como a Sansón cuando le quitaron su pelo, se quedó sin fuerza…

Pero ya se sabe que, quien con infante pernocta, excrementado alborea y eso es lo que le pasó a Tomas al contratar a una secretaria menor de edad en el séptimo mes después de su boda, se llevó a la secretaria a una cabaña que tenía en las montañas y una explosión de gas lo mandó a cincuenta metros cayendo sobre una fosa séptica cubierta de excrementos, los dos seguían abrazados, desnudos y muy muertos…

Dictaminaron los peritos que se produjo un fallo en el alimentador de gas de las calderas del sótano que hizo volar el forjado y todo lo que había encima. Rosario no quería saber nada de los turbios negocios de Pascual y por una pequeña fortuna se lo dejo a su mano derecha, otro italiano con negocios propios aún más turbios como la trata de blanca.
Siempre me pareció eso de la trata de blancas muy racista,
¿Acaso los demás colores no merecen tratos?...

El tercer marido de Rosario era sin duda el más poderoso y rico que tuvo el grupo de las cinco. Norte americano afincado en España, su familia hizo fortuna en la guerra de secesión americana fabricando todo tipo de armas para los dos bandos, pero Richard amplió sus negocios a todo el mundo y allí donde había una guerra estaban sus armas.
Si la cosa estaba tranquila, sus mercenarios provocaban disturbios en algún país con gobiernos corruptos y no solo les vendía las armas, les vendía servicios de reconstrucción y los contratos de seguridad y escolta privada de su reserva de combatientes, soldados de la muerte armados hasta los dientes.

Pero con todo eso, no estaba a salvo de una mujer despechada como se sentía Rosario por sus continuos viajes y juergas. El peligro no estaba fuera, lo tenía en su propia casa.
Richard era ya un hombre maduro de sesenta y dos años y no muy agraciado y eso iba a precipitar sus planes, es el marido que menos le duró, dos meses y medio.

Ella se marchó un fin de semana y un criado que solo llevaba quince días en la casa, sin papeles y contratado por Rosario,  previamente caramelizado con la mitad de la suma prometida, 50.000 euros, le echó un somnífero en el coñac…

Abrió el terrario y tomó una mamba negra que le introdujo bajo la sabana, viendo que no le mordía le apretó por detrás de la cabeza para que abriera las mandíbulas y la presionó sobre el muslo.

El lunes a las ocho de la mañana, la policía llamó a la casa y preguntó por Rosario, le hicieron varias preguntas relacionadas con el criado que había desaparecido, solo les dijo que llegó buscando trabajo y estaba de prueba pero no sabía nada mas de él…
Es la primera vez de mucha que ella y sus amigas tendrían la visita de la policía…

Ángel Reyes Burgos